La percepción es la realidad…


En los negocios hay una realidad que pesa mucho más que la que podríamos llamar «lo que es» y esta es «lo que los demás perciben«.

Esto afecta especial, aunque no exclusivamente, a la función financiera en lo que tiene que ver con que los inversores y «financiadores» en general continúen creyendo que vale la pena apostar por el proyecto empresarial.

Por bueno y solvente que sea (o haya sido) un negocio, siempre pesarán mucho más las perspectivas y el futuro vislumbrado, que su historia. La historia es el preámbulo nos decía Shakespeare.

Cuando tus financiadores están organizados en un mercado, que puede ser de deuda o de capital, la percepción aún cuenta más. Gestionarla es especialmente difícil, porque hay que saber interpretar el sentimiento generalizado y gestionarlo. El problema del mercado es que sobre reacciona y te hace dar bandazos.

https://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/10330652/01/20/Sabadell-se-desploma-un-10-en-bolsa-despues-de-la-presentacion-de-resultados.html

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Ante una acción hay siempre una reacción… inteligencia, energía e integridad.


Estos días nuestros gestores en el gobierno están tratando de poner en marcha una norma que regule el aumento del precio de los alquileres. Antes esto se hizo en otras ciudades europeas, por ejemplo en Berlín.

Pero la experiencia nos dice que allí los precios del alquiler han subido; un 36% desde que se intervino el precio hasta enero de 2020.

No quiero opinar sobre cuestiones políticas, sino solamente de aquellas que afectan a la gestión. Una de las principales lecciones Sigue leyendo

Primera regla para los negocios, ejemplo del AVE en España.


Nadie duda de que para que un país prospere, el Estado debe hacer inversiones que le doten de infraestructuras que permitan mejorar las comunicaciones físicas y virtuales. Estas infraestructuras deben aportar mejoras; en tiempo, seguridad, impactar lo menos posible en la naturaleza, etc. Desde el punto de vista meramente económico, es necesario que generen riqueza suficiente para retornar lo que la sociedad he invertido en ellas, para conservarlas y, con el tiempo, reemplazarlas.

Evidentemente este es un criterio general, no todas pueden cumplir con este objetivo, Sigue leyendo